por Eduardo Galeano (en Memoria del fuego)
6 de noviembre de 1964
La Paz
Sin pena ni gloria, como el presidente del Brasil, también el presidente de Bolivia, Víctor Paz Estenssoro, sube al avión que lo lleva al exilio.
El aviador René Barrientos, dictador parlanchín, domina Bolivia. Ahora el embajador de los Estados Unidos participa en las reuniones de gabinete, sentado entre los ministros, y el gerente del la Gulf Oil redacta los decretos de economía.
Paz Estenssoro había quedado solo de toda soledad. Con él ha caído, al cabo de doce años de poder, la revolución nacionalista.
Poquito a poco la revolución se había dado vuelta hasta quedar de espaldas a los obreros, para mejor amamantar a los nuevos ricos y a los burócratas que la exprimieron hasta dejarla seca; y ahora ha bastado un empujoncito para derrumbarla.
Mientras tanto los trabajadores, divididos, se pelean entre ellos. Actúan como si todos fueran laimes y jucumanis.
Al norte de Potosí
A toda furia pelean los indios laimes contra los indios jucumanis. Los más pobres de la pobre Bolivia, parias entre los parias, se dedican a matarse entre ellos, en la helada estepa al norte de Potosí. Quinientos han caído, de ambos bandos, en los últimos diez años, y son incontables los ranchos incendiados.
Las batallas duran semanas, sin tregua ni perdón. Se despedazan los indios por vengar agravios o disputando pedacitos de tierra estéril, en estas altas soledades adonde fueron expulsados en tiempos antiguos.
Laimes y jucumanis comen papa y cebada, que es lo que la estepa, a duras penas, les ofrece. Duermen echados sobre cueros de oveja, acompañados por los piojos que agradecen el calor del cuerpo.
Para las ceremonias del mutuo exterminio, se cubren las cabezas con monteras de cuero crudo, que tienen la exacta forma del casco del conquistador.
em português:
6 de novembro de 1964
La Paz
Sem pena nem glória, como o presidentedo Brasil, também o presidente da Bolívia, Victor Paz Estenssoro, sobe no avião que o leva ao exílio.
O aviador René Barrientos, ditador falador, domina a Bolívia. Agora o embaixador dos EUA participa das reuniões de gabinete, sentado entre os ministros, e o gerente da Gulf Oil redige os decretos de economia.
Paz Estenssoro havia caído só de toda solidão. Com ele caiu, ao fim de doze anos de poder, a revolução nacionalista.
Pouco a pouco a revolução deu voltas até cruzar espadas com os trabalhadores, para melhor amamentar aos novos ricos e aos burocratas que a espremeram até deixá-la seca; e agora bastou um empurrãozinho para derrubá-la.
Entrementes, os trabalhadores, divididos, lutam entre eles. Atuan como se todos fossem laimes e jucumanis.
Ao norte de Potosi
Com toda fúria lutam os indios laimes contra os indios jucumanis. Os mais pobres da pobre Bolívia, párias entre os párias, se dedicam a matar-se entre eles, na gelada estepe ao norte de Potosi. Quinhentos já caíram, de ambos os lados, nos últimos 10 anos, e são incontáveis os ranchos incendiados.
As batalhas duram semanas, sem trégua nem perdão,. Se despedaçam os indios para vingar insultos ou disputando pequenos pedaços de terra estéril, nestas altas solidões de onde foram expulsos em tempos antigos.
Laimes e jucumanis comem papa e cevada, que é o que a estepe, as duras penas, lhes oferece.Dormem jogados sobre couros de ovelha, acompanhados pelos piolhos que lhes agradecem o calor do corpo.
Para as cerimônias do mútuo extermínio, cobrem as cabeças com chapéus de couro cru, que tem a forma exata do casco do conquistador.